EL JUEGO PEDAGÓGICO





El juego en la práctica pedagógica: 

Estudiar a la práctica pedagógica en el Nivel Inicial, sus características y singularidades, es atender al proceso “que se desarrolla en el contexto del aula en el que se pone de manifiesto una determinada relación maestro–conocimiento– estudiante centrada en el “enseñar” y en el “aprender” (Achilli; 1992: 10).

En nuestro país el origen del Nivel Inicial tuvo raíces eminentemente pedagógicas. En las primeras décadas del siglo XX se estructuró como institución educativa y se orientó teniendo en cuenta, fundamentalmente, las características y necesidades del niño que concurre al mismo.

Su accionar se asentó sobre tres pilares básicos: el juego, los hábitos y la socialización.

Sin embargo nuevos aportes le reasignan sentido y se lo reconoce como ámbito para la democratización del conocimiento.

Luego de sancionada la Ley de Educación, en el año 1993, se establece la obligatoriedad de la sala de 5 años y con la publicación de los Contenidos Básicos. Comunes, se explicitan los bloques de contenidos a ser enseñados en la misma. La toma de conciencia del lugar que ocupa el conocimiento en el nivel, hace que se lo revalorice pedagógicamente y se lo reconozca como espacio para la apropiación de los contenidos escolares.


De este modo el Nivel Inicial como “ambiente escolar se constituye en soporte institucional ampliatorio del contexto familiar y social y en capitalizador de los espacios cotidianos para convertirse en “ambiente alfabetizador”, en el que se generarán y desarrollarán las acciones pedagógicas”. (Bauzá; 1999: 5)   


 



El juego como herramienta educativa.

Autores como Silva (1995) refieren que "las interacciones que favorecen el desarrollo incluyen la ayuda activa, la participación guiada o la construcción de puentes de un adulto o alguien con más experiencia. La persona más experimentada puede dar consejos o pistas, hacer de modelo, hacer preguntas o enseñar estrategias, entre otras cosas, para que el niño pueda hacer aquello, que de entrada no sabría hacer solo".

Al respecto, Silva, establece que "para que la promoción del desarrollo de las acciones autorreguladas e independientes del niño sea efectiva, es necesario que la ayuda que se ofrece esté dentro de la zona "de desarrollo próximo", una zona psicológica hipotética que representa la diferencia entre las cosas que el niño puede a solas de las cosas para las cuales todavía necesita ayuda". Esto probablemente puede ser diferente en función del sexo y las características de la escuela.

Vygotsky (1991)  destacó la importancia del lenguaje en el desarrollo cognitivo, demostrando que si los niños disponen de palabras y símbolos, los niños son capaces de construir conceptos mucho más rápidamente. Creía que el pensamiento y el lenguaje convergían en conceptos útiles que ayudan al pensamiento. Observó que el lenguaje era la principal vía de transmisión de la cultura y el vehículo principal del pensamiento y la autorregulación voluntaria.

La teoría de Vygotsky se demuestra en aquellas aulas dónde se favorece la interacción social, dónde los profesores hablan con los niños y utilizan el lenguaje para expresar aquello que aprenden, dónde se anima a los niños para que se expresen oralmente y por escrito y en aquellas clases dónde se favorece y se valora el diálogo entre los miembros del grupo.

Es indispensable  que  el aprendizaje incremente la participación en las actividades estructuradas como, por ejemplo, la enseñanza, que es un proceso de construcción social, que la pedagogía, la didáctica y la metodología de las diferentes asignaturas están interrelacionadas y no pueden separarse las unas de las otras, que aquello que se aprende siempre tiene un significado personal y que el aprendizaje es la producción basada en la investigación.

Es evidente entonces que los educadores de hoy deben ser investigadores del entorno educativo y establecer cuáles son las necesidades de los estudiantes, a fin de planificar las actividades educativas en pro de satisfacer esas necesidades y colaborar con el desarrollo del individuo del futuro; ofreciéndole herramientas que promuevan su aprendizaje, pero que también desarrolle sus capacidades de socialización, de motricidad, en fin, de todo aquello que lo va a ayudar a convertirse en un ser integral.

Todo lo citado anteriormente demuestra que la escuela es el ámbito ideal para tener la oportunidad de jugar, ya que el juego no es sólo un pasatiempo, y se debe aprovechar todo el potencial de educar a través de lo lúdico. También es sano considerar que los niños son verdaderos especialistas en juego y en modificar las conductas y actitudes por este medio.  
 

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